Las transfusiones de hemoderivados pueden realmente salvar la vida de un animal. Sin embargo, hay que tener en cuenta el riesgo de posibles reacciones transfusionales, lo que requiere una vigilancia intensiva del paciente en los primeros 30 minutos de la transfusión, durante los cuales la velocidad de transfusión debe ser lenta. De este modo, se puede identificar las reacciones transfusionales de forma temprana y reducir el riesgo de consecuencias graves. El porcentaje de reacciones adversas en perros y gatos es de aproximadamente el 2-15%.
Las reacciones transfusionales pueden clasificarse como inmunomediadas (debidas a la interacción antígeno-anticuerpo) o no inmunomediadas (debidas, por ejemplo, a contaminación, procesado o almacenamiento inadecuados, manipulación incorrecta, activación de citoquinas en la sangre a transfundir...); estas últimas son independientes del estado inmunitario del receptor y no requieren una sensibilización previa. Las reacciones también pueden clasificarse como agudas (durante la transfusión y las siguientes 24 horas) o retardadas (después de días o semanas de la transfusión). En las siguientes tablas se resumen los distintos tipos de reacciones transfusionales, su tratamiento y los métodos de prevención.